Cuando pensaste que yo no estaba mirando, colgaste mi primer dibujo en el refrigerador, y deseé pintar otro.
Cuando pensaste que yo no estaba mirando, alimentaste a un gato callejero, y yo pensé que era bueno ser amoroso con los animales.
Cuando pensaste que yo no estaba mirando, horneaste un pastel de cumpleaños para mí, y supe que los detalles son cosas especiales.
Cuando pensaste que yo no estaba mirando, pronunciaste una oración, y creí que había un Dios a quien siempre podría hablarle.
Cuando pensaste que yo no estaba mirando, me diste un beso de buenas noches, y me sentí amado.
Cuando pensaste que yo no estaba mirando, vi que corrían lágrimas de tus ojos, y aprendí que algunas veces las cosas duelen; pero que está bien llorar.
Cuando pensaste que yo no estaba mirando, sonreíste, y eso me hizo desear ser bonita así también.
Cuando pensaste que yo no estaba mirando, me cuidaste, y deseé ser lo máximo que pudiera llegar a ser.
Cuando pensaste que yo no estaba mirando... miré... y quise darte las gracias por todas esas cosas que hiciste cuando pensaste que yo no estaba mirando.
María Rita Schilke
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