El Evangelio meditado

Sos mi buen pastor

Sos mi buen pastor
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz. Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón. Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión. Que allá donde hay error, yo ponga la verdad. Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe. Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza. Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría. Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar, ser comprendido, cuanto comprender, ser amado, cuanto amar. Porque es dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado, es muriendo como se resucita a la vida eterna.

En el mundo...

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Habìa una vez un hombre llamado Juan Perez. Llevò, toda su vida, la cruz a cuestas. No hizo mal a nadie. Era, en verdad, un pan de Dios. Amaba a Dios y a sus hermanos. De su boca jamàs saliò maldad alguna. Buscaba servir y no ser servido. Dios era su vida y su respirar, y sus palabras y sus pasos, desde muy niño . Pero "la calle" se daba de patadas con la vida de Juan Perez: Un sujeto semejante es intolerable...

¿Y què le pasò a èste personaje como pocos se ven y què rondarìa por los 30 años?. Decidiò jugarse el todo por el todo. Era hombre 100% pero habìa en èl "algo", como un tenso cable de hacero, que lo tiraba hacia arriba. Era todo un hombre pero vivìa horizontes lejanos y cielos altìsimos, con la misma naturalidad con que respiro un aire que no siento. Cada hombre era, para Juan, un pedazo de sì mismo. Las làgrimas del otro brotaban de sus propios ojos, y las risas de los demàs eran traducidas en sus labios.

Decidiò cambiar de vida y entrar en un plan que no era el suyo.

Su familia dijo que andaba mal de la cabeza (salvo su madre que, si bien no comprendìa,cayaba y guardaba en su corazòn los silencios que la envolvìan...). Decìan que esto le pasaba por leer muchos libros de religiòn.

¿Los amigos? Los fueron aislando, poco a poco, por "raro": - A quièn se le ocurren semejantes ideas...!!, ¿Què bicho te picò?.

Su parroco lo tildò de "exagerado" y un poco "fanàtico":- Juan... ¿No estaràs haciendo lefebrista, no...? Tienes obligaciones laborales y familiares. Eres un laico y no podès vivir como un benedictino...

¿En el trabajo?. Era re cumplidor, pero sus compañeros, con toda buena intenciòn y onda preocupaciòn, lo rodearon, aconsejaron, le dijeron que estaba "confundido" y que le hacìa falta "una mina".

Los conocidos le sugirieron que hiciera yoga y màs deporte, y asì se le ivan a ir los pajaritos de la cabeza.

Todos, unidos, decidieron hacerle "Un consejo de guerra" y le pidieron que fuera a un psicòlogo, que mal no le iva a hacer, que ha "la Dorita", la modista de la otra cuadra, aquella a quien su novia plantò en el altar, la dejò mejor que nueva, y, a los 3 meses, tenìa otro novio mucho mejor que el anterior. El cura ratificò su parecer: - Mira, juancito! sabes que te quiero mucho, pero si te tomas asì la religiòn, vas a terminar neuròtico. Vete unos dias al mar, pide al mèdico algun sedante...

Y el pobre y sufrido Juan perez, comenzò a deambular por los caminos de Dios, sin buscarse "una mina", ni ir al psicòlogo ni irse al mar ni tomar leyotanil. No se inmutò pero el corazòn y el alma le dolìa con dolor de muerte.

Para no hacer muy largo este cuentito, les contarè el final de la historia...

Jaun caminò de pueblo en pueblo hasta reventar sus piès. Viviò con los pobres. Era un poco sanador "sanador". Hablò de Dios a los hombres y de los hombres a Dios. Gastò todos sus ahorros. Màs de una vez lo encontraron durmiendo sobre el banco de una plaza. 3 veces "lo demoraron" por vagancia. Pidiò limosna a la salida de las iglesias y le gritaban: - Vago: Anda a laburar y no molestes a la gente decente!!!. Finalmente, lo acusaron de crìmenes inexistentes. Lo arrestaron, lo nombraron un defensor de pobres, que jamàs lo defendiò. Juan ni siquiera abrìa la boca. ¿Los amigos y parientes? Se borraron!!!.

Recuerdo que el juez de su causa de llamaba Heriberto Morales, el comisario, inspector Jacinto Bustos; el "defensor de pobres", doctor Oscar Lòpez; el psicologo que le hizo los "test" para ver si estaba loco (Y lo estaba, ciertamente, segùn esas certificaciones...), licenciado Lucio cerezo; el cura, padre Hector Nuñez...

Pasò por varios hospitales neurosiquiàtricos, "hogares" de rehabilitaciòn, pero, al final... Lo dejaron suelto por incurable.

Què "Barra brava" la que la calle nos ofrece para curarnos, defendernos y juzgarnos!.

Al pobre Juan Perez le pasò lo mismo que a JESÙS, nada mas que los Morales, Bustos, Lòpez, Cerezo, y Nuñez, de los viejos tiempos, se llamaban HERORES, CAIFÀS Y PILATO: Eran de la misma raza...!!! Cuentan unos archivos que investiguè que, en un informe oficial, certificaron que, Juan perez, Mayor de edad, sin profesiòn, domicilio desconocido, era loco, pero con una personalidad "interesante", aunque afectado por una dosis de fanatismo incompatible con un normal desarrolo de su "yo-en-relaciòn", alienado del mundo real a causa de fantasìas que bloqueaban su capacidad de convivencia con el entorno.

PREFIERE SER VICTIMA A VERDUGO. AUNQUE LAS APARIENCIAS TE GRITEN QUE ESTO NO ES VERDAD, LA VAS A PASAR MEJOR, Y LA ALMOHADA NO TE VA A REPROCHAR NADA DE NOCHE. Y OTRA COSITA: QUE LA AGRESIÒN DE LOS TROS NO TE CONVIERTA A VOS EN UN VIOLENTO. LAS "BARRAS BRAVAS" TIENEN EN SU EXISTENCIA SU PROPIO CASTIGO....

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