El Evangelio meditado

Sos mi buen pastor

Sos mi buen pastor
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz. Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón. Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión. Que allá donde hay error, yo ponga la verdad. Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe. Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza. Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría. Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar, ser comprendido, cuanto comprender, ser amado, cuanto amar. Porque es dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado, es muriendo como se resucita a la vida eterna.

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El golpe militar que originó la dictadura más feroz y sangrienta que vivieron los argentinos se inició las 0:40 del 24 de marzo de 1976 y finalizó el 10 de diciembre de 1983. Como si la imagen rememorará historias recientes, aquella vez un helicóptero de la Fuerza Aérea retiró de la Casa Rosada a María Estela Martínez de Perón, presidenta de la Nación. Así fue, que el gobierno de facto instaurado por los militares se hizo llamar paradójicamente, Proceso de Reorganización Nacional, siendo éste, el sexto golpe militar que sufrió el país en el siglo XX.
Sin embargo, su acción política, social y económica marcó un antes y un después en la historia argentina.
Breve reseña

Se constituyó una Junta Militar integrada por los comandantes de las tres Fuerzas Armadas: Jorge Rafael Videla del Ejército, Emilio Eduardo Massera de la Marina y Orlando Ramón Agosti de la Fuerza Aérea. Conformando así el brazo ejecutor de la política de gobierno.
Por otra parte, el 2 de abril de 1976 asume como ministro de Economía, José Martínez de Hoz con el objetivo de instalar una economía de mercado en beneficio a los intereses económicos extranjeros y sus socios locales. Durante este período, la deuda empresaria y las deudas externas pública y privada se duplicaron. La deuda privada pronto se estatizó, cercenando aún más la capacidad de regulación estatal.
La acción social estuvo enmarcada dentro del contexto de un terrorismo de Estado planificado. Desde la censura hasta la acción salvaje, lejos de la moral y la ética de las costumbres argentinas de entonces, dirigida a destruir toda forma de participación popular.

Un Estado de terror

Desde el primer día el proyecto de gobierno se puso en marcha. Se instaló una maquinaria represiva sobre todas las fuerzas democráticas. Niños, estudiantes, obreros, sindicalistas, profesionales, intelectuales y trabajadores de la cultura, religiosos, empresarios, entre otros, hombres y mujeres fueron asesinados unos y otros secuestrados y sus cuerpos ocultos hasta el día de hoy. Instalando de esta manera la figura del desaparecido. Otros tantos, lograron pasar al exilio. Sobre los niños, muchos de ellos fueron apropiados al nacer y entregados a familias apropiadoras ocultándoles de por vida su origen y su verdadera identidad.
La digna respuesta de la humanidad a tales atropellos se corporizó en 1977 con la formación de una organización denominada “Madres de Plaza de Mayo”. Ellas eran las madres de hombres y mujeres que desde el primer día del golpe empezaron a desaparecer de sus hogares y lugares donde frecuentaban. Esta organización de valientes mujeres se convirtió en la voz de denuncia de las atrocidades cometidas por los militares.
En 1978 los argentinos vivían entre la algarabía de un mundial de fútbol y la posible guerra con Chile por el famoso Canal del Beagle. Mientras tanto, la idea de la “Plata Dulce” por un lado, un plan basado en el liberalismo monetario que era apoyado por bancos extranjeros y organismos internacionales y la especulación monetaria conocida como la “bicicleta financiera”, por el otro, hacían mella en los bolsillos de la población.
Con todo este nefasto panorama que vivían los argentinos durante este régimen militar, era de esperar que el gobierno de facto no tuviese un final feliz.

La deshonra militar

En 1982, la Junta Militar con el general Leopoldo Galtieri al frente, decidió recuperar las Islas Malvinas, que en aquel entonces, como hasta ahora, se encontraba en manos de los ingleses. Este manotazo de ahogado, ya que el gobierno militar hacía agua por todos lados, tuvo un desenlace desastroso que sólo se enaltece con la actuación heroica de nuestros soldados y conscriptos.
Finalmente, con más de 600 soldados muertos en la Guerra de Malvinas, sumados a los 30.000 ciudadanos desaparecidos durante la represión desatada contra la población. Una economía nacional destruida, una deuda externa enorme e impagable, una pobreza galopante, una industria nacional destruida y las universidades vacías y desmanteladas, son el saldo y un testimonio histórico para que esto no vuelva a suceder Nunca Más.







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